TESTIGO DE RESILENCIA Y AMOR EN PANDEMIA
Recibí la llamada de mi amiga Estela Roeder, comunicadora social con larga experiencia en comunicación en salud, para invitarme a participar en un proyecto que me cautivó inmediatamente. Se trataba de un equipo conformado por comunicadores, médicos y científicos sociales que estaban trabajando en ‘Relatos en Pandemia’, testimonios de ciudadanos, médicos y personal de salud que relataban cómo había impactado la pandemia en sus vidas.
El trabajo ya había comenzado. Los visité en una oficina en Miraflores donde un grupo numeroso de personas alrededor de una mesa, con mucho café, trabajaban incansablemente en computadoras transcribiendo testimonios; diagramando las carátulas; perfeccionando textos y seleccionando fotografías. Estaban en la etapa final de un primer libro sobre la pandemia en Iquitos.
No había tiempo que perder. La pregunta fue directa y puntual: "necesitamos un documental sobre la pandemia en Iquitos y hemos pensado en ti. ¿Qué dices?"
Como la mayoría de los peruanos, había pasado casi dos años encerrado en mi casa con temor y angustia, escuchando las noticias de la tragedia que se vivía en distintas ciudades del país. Como cineasta, me sentía frustrado. Quería documentar lo que estaba sucediendo, sentía esa responsabilidad, pero ¿cómo hacerlo?, ¿con qué recursos? Esta era la oportunidad.
Con el equipo de realización, comenzamos las entrevistas y, simultáneamente, revisamos materiales de archivo: entrevistas realizadas con anterioridad, fotografías, materiales grabados por pacientes, por familiares y por personal de salud, que nos revelaban calles desiertas, comercios cerrados y el silencio que se apoderaba de cada rincón de la ciudad de Iquitos a medida que el virus avanzaba. Eran relatos y escenas desoladoras; pero también llenas de esperanza, ya que la gente se unía para enfrentar esta amenaza invisible.
Escuché relatos desgarradores de personas que habían perdido a sus seres queridos, de familias enteras que se habían contagiado y de médicos y enfermeras que luchaban incansablemente en la primera línea de batalla, quienes nos relataban sus experiencias y desafíos al enfrentar esta pandemia sin precedentes.
Nos contaban sobre la falta de recursos, la falta de camas en los hospitales, la falta de oxígeno y la angustia de tener que tomar decisiones difíciles sobre quién recibiría atención médica.
También conocimos a religiosos que se habían unido para ayudar a la comunidad. En las entrevistas con ellos, nos contaron sobre la colecta que habían organizado para comprar una planta de elaboración de oxígeno. Fue con la solidaridad de la población que lograron reunir los fondos necesarios para adquirir esta planta que se convirtió en una esperanza para muchos pacientes que luchaban por su vida.
El proceso de edición fue duro. Revivir cada momento doloroso me afectaba emocionalmente, pero sabía que era necesario para transmitir la verdadera magnitud de la tragedia. Cada vez que veía el documental terminado, sentía una mezcla de tristeza y orgullo. Tristeza por las vidas perdidas y los momentos difíciles que Iquitos había enfrentado; pero orgullo por haber sido testigo de la resiliencia y el amor que surgieron en medio de la adversidad.
Alejandro Legaspi
Cineasta.