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Iniciativa Comunicarte Perú

Estela Roeder: “Si la comunidad no toma en serio su salud, no saldremos adelante”

Estela Roeder: “Si la comunidad no toma en serio su salud, no saldremos adelante”

La comunicadora social y docente de La Facu publicó un nuevo libro titulado “Relatos en pandemia: Iquitos, la primera ciudad en caer”, en el que recoge diversos relatos sobre lo que el Perú vivió durante la terrible pandemia del Covid-19. 

El 5 de mayo pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó el fin de la emergencia sanitaria mundial por el coronavirus. El anuncio no dejó de sorprender, aunque el grueso de la población lo tomó con indiferencia. Entre mascarillas empolvadas y botellas de alcohol arrumadas en algún rincón, la pandemia quedó en el olvido hace mucho tiempo para millones de personas. La profesora Estela Roeder considera que es importante no olvidar lo sufrido, pues aún convivimos con muchos de los efectos que trajo esta enfermedad.

¿Cuál fue la motivación que tuvo para escribir “Relatos en pandemia: Iquitos, la primera ciudad en caer”?

Lo que me motivó a recoger estos relatos sobre la pandemia fueron los años que dediqué a la comunicación en salud. He trabajado en varias oportunidades en el Ministerio de Salud y me tocó tener un rol de asesoría durante la pandemia. Después de todo lo que hemos visto y vivido los peruanos, me pareció honesto e importante volver a retomar, a partir de estas historias, qué es lo que la gente pensaba y sentía. De ahí la idea de escribir estos libros con varios temas que quiero desarrollar de aquí en adelante.

Desde el punto de vista de la comunicación, ¿qué representa este libro?

Empezamos con Iquitos porque, tras analizar qué había pasado en el Perú, fue la ciudad más golpeada por la pandemia después de Lima. Uno de los padres que nos brindó su testimonio dijo que, en cierto momento, al menos 50 personas fallecían diariamente por el Covid-19, y que no había manera de atender esa gran demanda, no solamente en servicios de salud, sino incluso para los entierros. Esa es una marca que dejó la pandemia. Lo mismo sucedió con los niños que no pudieron ir a la escuela o quedaron huérfanos. El libro es una manera de contar, desde las personas, qué sucedió. También hablan los profesionales de la salud. Es duro verlos quebrarse cuando recuerdan lo vivido. Recordar nos causa dolor, es verdad, pero es importante, para sanar heridas, seguir adelante como país y, sobre todo, reencontrarnos en temas tan sensibles como la vida y la salud. Qué mejor que hacerlo a través de la comunicación, conversando.

¿Cuál diría que fue la parte más difícil en la construcción del libro?

Hoy nos encontramos en una etapa en la cual la gente no quiere hablar de la pandemia. Dicen “ya pasó”, “no hay que usar mascarillas”, “ya no hay tantos muertos”. Esa es la situación actual. Cuando uno mira hacia atrás, resulta difícil reconstruir todo lo que pasó. Esa pelea interna que existe para no recordar nos hizo reflexionar sobre cuál debería ser la propuesta que debe motivar el diálogo. ¿Cómo incentivamos a que la gente converse y haga memoria de lo que le pasó? Entonces decidimos usar un estilo no interpelador. No estamos juzgando a nadie. Somos respetuosos de lo que cada uno dice. Podemos discrepar sobre las decisiones y medidas tomadas, pero queremos que la gente lo exprese. La pandemia nos dejó secuelas muy fuertes, tanto sociales, económicas, políticas y sanitarias. Necesitamos reconstruirnos desde muchos lados para cubrir esas brechas. Hoy los chicos tienen ganas de volver a vivir rápido. Recordar duele, pero qué importante es hacerlo con una reflexión sobre lo que pasó.

¿Qué tipo de historias vamos a encontrar?

Hemos empezado con “Iquitos, la primera ciudad en caer”. Tenemos ahí una variedad de testimonios, desde relatos de médicos, gente de a pie, periodistas, entre otros. Hay un testimonio muy duro de un señor que fue dado por muerto y no lo estaba. Cuando sus familiares lo vieron caminando, no lo podían creer. Se convirtió en una historia emblemática. La gente empezó a decir “nos están mintiendo”. Se generaron sensaciones de incertidumbre y desconfianza. Esta historia dramática nos hace reflexionar con el hecho de que no bastaba con dar la noticia de los fallecidos y de cuánta gente se estaba infectando, sino que había que conversar y generar espacios de diálogo. Además, hay un tiempo perdido al que la gente hoy alude y dice “ya no lo podemos recuperar”. Es verdad, el pasado ya es historia, pero tenemos que hacer el esfuerzo de conversar para cerrar heridas, para reencontrarnos en el dolor que la gente tuvo en ese momento de pérdida, de estar a veces enfermos o no tener recursos. Otro tema es el agotamiento. Yo le rindo un homenaje al personal de salud, pese a sus limitaciones y, a veces, fallas. Tenemos más de 2.500 personas del sector salud que han fallecido, entre técnicos, médicos y enfermeras. Han muerto policías, personas de seguridad. Algo ha pasado en el país y debemos recuperar la confianza y la credibilidad. Lo vamos a hacer conversando.

En un contexto en el que los casos de dengue son cada vez mayores, ¿qué importancia tiene este libro?

Todos tenemos que hacer un esfuerzo para recuperar la memoria de manera crítica. Hay mucha gente que está publicando sobre la pandemia desde sus experiencias personales. Nosotros hemos decidido que sean las voces de las personas las que armen el libro. Cuando tú escuchas las otras historias empiezas a entender que hay un tema colectivo, la “otredad”, como le llaman. Entonces, si pienso en los otros, si pienso en gestos más solidarios, en compartir experiencias para caminar de manera conjunta, este país podría reencontrarse. Hoy vivimos desencuentros sociales y políticos muy fuertes. La gente desconfía y tenemos una epidemia de dengue que hace ver que nuestro sistema de salud tiene mucho por fortalecer. Entonces, si esto es así, la comunicación aporta porque genera un espacio para esto. Aprendimos que esta tuvo un valor durante la pandemia que no vimos tan claramente, pero que nos damos cuenta el día de hoy: conversar para encontrarnos, para repensar nuestro país, especialmente los jóvenes, en los que tengo mucha esperanza.

¿Cree que lo que nos enseña “Relatos en pandemia: Iquitos, la primera ciudad en caer” pueda aplicarse en la crisis sanitaria actual?

Si la comunidad no toma en sus manos el tema de la salud, no va a poder salir adelante. Está bien fumigar, pero hay que aprender a evitar que los huevitos se instalen en los depósitos de agua. Debe haber limpieza. Todos en la familia deben hacer un trabajo colectivo en cuanto a la prevención. Tenemos en el país más de 2.500 radios comunitarias. Tenemos los espacios de las escuelas, las universidades, las parroquias, los centros deportivos. Podemos hacer comunicación comunitaria, pero tiene que haber liderazgo y claridad en los mensajes. La gente debe sentirse parte de la solución, no del problema. Hace poco falleció un joven de 15 años. A mí eso me sigue interpelando. “Relatos en pandemia” es una manera de hablar con las personas sobre la salud. Hay que generar otra vez confianza en los servicios de salud. Ese es un trabajo comunitario y social que necesitamos emprender y los comunicadores tenemos un rol fundamental.

La pandemia dejó en evidencia las falencias del sistema de salud del país y expuso el lado más perjudicial del individualismo de muchos ciudadanos. ¿Cree que hoy estamos en una situación mejor?

Hay temas que se mantienen. El sistema de salud era débil al momento de la pandemia. Se hicieron esfuerzos para tener más camas de UCI y oxígeno. Hay que generar una agenda por la salud, por la vida. Si eso equivale a esfuerzos académicos, sociales, políticos o económicos, tenemos que hacerlo. Tenemos que empezar a hacer una sociedad no solo resiliente, sino capaz de gestionar el riesgo de percibir para tener claridad sobre el rol que nos toca. 

En la construcción de este libro, ¿en qué contribuyó su experiencia como asesora del Minsa, durante la pandemia?

Influyó mucho. La pandemia se fue aprendiendo en el camino, y para los comunicadores, era un doble aprendizaje. Por un lado, era entender lo que decía el científico, cómo se producían los contagios. Por otro lado, había que entender el impacto que iba teniendo la pandemia en la vida de las personas. El aprendizaje en el Ministerio de Salud es algo de lo que estoy muy agradecida. La prevención y la promoción de la salud han sido fundamentales en la tarea de darle otra visión a la comunicación. Si una persona controla su salud, estamos hablando de ciudadanos empoderados que pueden decidir sobre su vida, de tal manera que requerirán el servicio de salud cuando tengan una urgencia. También estoy agradecida con la oportunidad que me dio la Universidad de Lima para poder seguir trabajando los temas de salud desde la comunicación y poder ser profesora. Voy a cumplir 25 años como docente aquí y estoy muy contenta por haber tenido un referente académico para cuestionar estos enfoques y modelos comunicativos para tratar de hacer una comunicación desde el sentido ciudadano.

¿Cuáles son sus planes mirando el futuro? 

“Iquitos, la primera ciudad en caer” es el primer libro. Lo hemos presentado el viernes 19 de mayo en esa ciudad. Estamos en el desarrollo de tener varias temáticas trabajadas. Hay una que está lista y que se llama “Decisiones en la incertidumbre”, aludiendo al desconcierto que hubo durante la pandemia. Luego tenemos “Primera línea”, que trata sobre todos aquellos que estuvieron al lado del ciudadano durante esta etapa. También tenemos temáticas como el oxígeno, la niñez, la juventud, la violencia, la salud mental, entre otros. Uno de los más importantes es el duelo. Serán 20 libros aproximadamente.  Son temáticas que buscan tener un abanico sobre todo lo que pasó y hacer que la gente siga expresando lo que siente. Esperamos que esta metodología la sigan otros. Nos gusta que la gente cuente historias y que contribuya a hacer este relato nacional de la pandemia con diferentes voces, texturas y tonos. Esto nos va a llevar a compartir posibles soluciones. Hemos creado una página web que nos ha costado mucho esfuerzo, la cual es iniciativacomunicarteperu.org.peAhí mezclamos un formato que usa el libro impreso, los QR, el video y estamos haciendo documentales.

Fuente: hablacomunica.ulima.edu.pe

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